Londres, pionera desde los años 90, mantiene más de 600,000 cámaras en operación con la conexión de particulares al sistema de videovigilancia estatal. Nueva York ha integrado más de 50,000 dispositivos en un sistema coordinado entre policía, transportes y empresas privadas. En Chicago, el programa Operation Virtual Shield conecta cámaras públicas y privadas en tiempo real para facilitar la respuesta policial.
Esa contribución parte del acceso inmediato a los videos de dispositivos particulares, sin mediar orden judicial.
La Ciudad de México no es ajena a esta transformación y se ubica a la vanguardia en América Latina. Actualmente con 83,414 cámaras operadas desde el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) es la urbe latina con el mayor número de dispositivos. Un ecosistema de seguridad conformado también por más de 28,000 botones de auxilio y las líneas 9-1-1 para emergencias, 089 para denuncias anónimas, *765 por violencia contra la mujer y la Antiextorsión 55 5036 3301.
Hay consenso: la videovigilancia reduce el delito, mejora la percepción de seguridad y permite una reacción policial más eficaz. Un modelo iniciado en su fortalecimiento como mandataria por la ahora presidenta Claudia Sheinbaum, y proyectado por la Jefa de Gobierno Clara Brugada para llegar a 150,000 cámaras en 2030.
Frente a uno de los eventos masivos más atractivo para el turismo deportivo, la capital nacional ya se prepara. La proyección del C5 es incrementar hasta en 55% el número de cámaras en zonas turísticas y de interés para el Mundial de Futbol 2026.
La idea de la videovigilancia como una necesidad inevitable ha ganado fuerza. El sociólogo David Lyon, uno de los principales estudiosos del fenómeno, quien dirigió el Centro de Estudios de Vigilancia de la Universidad Queen en Kingston, Ontario, sostiene que “vivimos en la era de la vigilancia líquida, cuando la supervisión no se impone, se naturaliza”. En su obra Surveillance After Snowden, advierte que la vigilancia ya no se experimenta como coerción, sino como conveniencia.